Amanece un día más, y uno menos para vivir. La vida es ahora, pero el ahora se nos escurre entre prisas, obligaciones y deberes. Y los momentos de placer, son como las mariposas, extraordinariamente bellos pero con vuelo errante e indeciso, sobre nuestras cabezas mientras nosotros no apartamos la vista del suelo embaldosado por la rutina. Por eso no las veremos aunque se posen delicadamente sobre nuestro pelo. Incapaces de levantar la mirada del suelo, como penitencia, como castigo, cuando la vida, el esplendor y la magia están siempre, sobre nosotros.